Marca mi número si quieres hacerme un hueco en tus atardeceres solitarios cuando llegues a casa (tan grande, tan silenciosa) y, descalza, te acurruques en el sofá y reprimas el llanto abrazada a tu cojín favorito, prueba palpable de una ausencia tangible.
Marca mi número para apurar a medias la copa de vino intacta que tienes sobre la mesa, junto al cenicero vacío, como a ti te gusta.
Marca mi número y ponte el vestido blanco: hagamos del salón deshabitado un escenario de tangos antiguos y voces arañadas, como las nuestras, por el paso de los días.
Reposa tu mano en mi hombro sin más pretensiones que sentirnos solos a medias, que yo ceñiré tu cintura conla mía, sin más intención que salir ilesos de la noche oscura, inminente, que amenaza con envolvernos de por vida.
O dejemos que se consuman, que se extingan -inevitables, consecutivos- los segundos. Que terminen en sí mismos mientras nosotros nos miramos nuevamente para mostrarnos capaces de sobreponernos a nuestros propios designios.
Dejemos que se apaguen, que se diluyan los segundos. Dejemos que mueran o se transformen en tiempo inútil. hagamos de ellos tiempo detenido.
Autor: Escritor en Paro
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Hace 3 semanas
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