jueves, 31 de diciembre de 2009

No sé nada

Aún no sé,
no sé nada.
Soy una ignorante.
Mi limitada conciencia
de lo que es un mundo
en el que existes
pero desapareces
ante la temerosa mirada
de unos ojos infantiles,
se funde con las ansías
de sostener tu frágil espíritu
entre unos brazos
aún inexpertos.

No sé que es
lo que encierra
tu desdichada alma.

Y no me das muchas pistas...
me pierdo dentro del laberinto
de tu boca
que grita sin cesar
que necesita ser poseída.
Me reinvento cada día
en tu recuerdo,
tu complicada mente
llena de sensaciones,
contadicciones,
eso eres tú:
un hombre que quiere amar
un hombre que teme amarme,
un ser que es sencillo
en mis sueños,
pero que teme la realidad.

Y yo, te invento, cada día,
en mi mente,
como la poetisa Sylvia,
no te pienso ya,
en mis sueños te reinvento.

Torturada imaginación,
por tus ojos velada,
por tu sonrisa definida,
y por tu voz cautivada.

Es la luz de tu mirada
la que torna bella
la oscuridad de otra noche
por el tabaco ahogada
y los sueños de que irrumpas
en mi alcoba.

Y la entrañable forma de tu boca
estirándose hacia los extremos
de una felicidad momentánea,
la que me convierte de nuevo
en la estúpida niñata,
que no concibe el día
sin tu luz,
y la noche
sin estar en tu cama.

Y también es triste decir...
que el golpeteo y vibración
de tus cuerdad vocales
son lo que marca el ritmo
de mi inutil existencia...

Y sigues sin darme pistas...
yo que te adorno cada extraño día
en todos mis versos,
que tiño de color nieve
los furtivos y sinceros besos.

Y es que hago mío
cada uno de tus movimientos:
sonrisa, llanto, mueca estúpida...
Ese es el delirio que posee la ñiña
cuando devora tu recuerdo.

Autora: Poetisa Mayo

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