martes, 23 de febrero de 2010

I JUEGO: 7 PALABRAS, RELATO 40

Autor: Anna Pinochet

Vivo.

Mientras observaba el reloj detenidamente como si no existiera nada mas en la habitación, sujeté el libro con un sutil menosprecio, tan sutil como para no enterarme que aún lo tenía en la mano.

Existía una energía tan potente, que se podía tocar con la respiración.
Estaba solo como de costumbre, la cena había quedado en el pasado inmediato, la casa estaba vacía del bullicio, las velas ya no comunicaban con su reflejo la estúpida tertulia sin objeto. El reloj seguía su curso inexorable, todo estaba en mi cabeza, lo podredumbre del estar sin estar, la sensación de seguir muerto a pesar del fuego que recorría mi cuerpo, seguramente no eran más que las burbujas del champán que volvían una y otra vez a dar su masaje extraño y delicioso en el esófago de un ebrio.
El libro seguía en mi mano, se podía escuchar su susurro pidiendo se abierto, estoy cansado, el tic tac del reloj, me sugiere sentarme y una vez más volver a intentar abrir aquel libro, todo estaba a su favor; el silencio, la extraña sensación de embriagues, el suave calor del fuego encendido, mi muerte. Todo parecía indicar que me rendiría aquella noche y que terminaría dando lectura a aquel libro que mi mano sujetaba, en ocasiones desprecio tanto esta muerte, sin embargo no puedo negar el temor que me da desprenderme de ella que me ha acompañado durante tantos años, siempre resulta algo reconfortante sentir el peso de la angustia, no es fácil dejar el ejercicio constante de sentir pena de uno mismo, sin embargo el libro estaba aun en mi mano, como una tentación a algo prohibido, susurraba nuevamente que lo abriera, comencé a sentir un frió extraño que se alejaba cada segundo de mi , el reloj comenzó a apoyar la lucha del libro , todo en la habitación comenzó a susurrar cada vez mas fuerte apoyando al libro , mi mano desobedeció y al desplomarme sobre el sofá termino abriendo el libro, luego de un momento de lectura obligada, me rendí, ya no había nada más que hacer, solo rendirse ante el poder de aquellas palabras tan bien puestas, me emocione como hacia tanto tiempo que no lo hacía, un libro , ese objeto que parece tan simple y en ocasiones insignificante, me estaba despertando a la vida, estaba experimentando un doloroso paso de la muerte a la vida, llore por largo rato como un niño, el libro lloro conmigo.
No me di cuenta si no hasta sentir nuevamente el profundo tic tac de el reloj que ya había llegado al final de mi lectura, el fuego se había consumido, mi embriagues se había terminado y después de tanto tiempo de muerte, pude reconocer que aun estaba vivo.

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