viernes, 17 de abril de 2009

La ciudad dormida


La ciudad dormida es un buen sitio para esconderse y pasear sus calles solitarias (escoltadas por farolas en duermevela que pintan, taciturnas, sombras que se agazapan tras las esquinas) el único modo de ponerme a salvo sin volver la vista… aunque me nombres.

No hay jardines mas allá de las encrucijadas ni ventanas abiertas y los portales son tan solo bocas oscuras, cerradas, vacías, con escaleras que llevan a dormitorios donde jamás amaneceremos juntos y cocinas desaliñadas donde no encontraré ese café que quisiera prepararte cada día, antes de que tú inventes hoy una vida que tenga sentido.

Regreso cabizbajo al amparo de la ciudad dormida. Las calles vacías me acogen, poniendo con suavidad su mano en mi hombro, velando por la seguridad de mis pasos inciertos que pueden haber extraviado el rumbo de por vida. Regreso a mi verdad por la ciudad dormida. Tan pobre, tan triste, tan vacío que no encontré siquiera un verso digno que dedicarte.

Autor: Escritor en Paro
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