jueves, 16 de abril de 2009

Momentos

Todo parece ir bien, uno más de sus dulces abrazos; de repente, siento una lágrima deslizarse por mi brazo, fruto de un desconsolado llanto.

Menciona el más temible de todos mis miedos, su miedo. Sus palabras se clavan en lo más profundo de mis entrañas, descifrando en ellas un desgarrador lamento.

Siento que más que nunca tengo que sacar lo mejor de mí, intentando que vislumbre en cada caricia, en cada palabra susurrada, y en cada lágrima derramada , mi más sincero pensamiento de que es el ser más maravilloso que existe sobre la faz de la Tierra; intentando que ese lamento se transforme en el motivo por el cual ser uno el resto de nuestras vidas.

Nuestras bocas se buscan deseando no separarse jamás, deseándonos con tal pasión que incluso las manos entran en juego. Besos y caricias se antojan insuficientes para todo mi deseo hacia cada centímetro de su ser. La susurro aquello que mi cuerpo está gritando: “Te quiero. Para siempre”.

Y aún con lágrimas derramándose sobre la almohada, intentaré demostrarla cuánto seré capaz de amarla el resto de mi vida...

Autor: Héctor Gómez

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