Siempre se había guarecido en sus brazos, bajo su abrigo.
Por eso, sin pensarlo dos veces, se puso los zapatos de caminar desconsuelos, y corrió una vez más, en busca del abrigo que la arropaba sin condiciones.
Pero en esta ocasión, no hubo abrazo.
Los parches arrancados, ya no tapaban ningún roto, Y sólo encontró, una descosida coraza con goteras, por la que se colaron sus penas.
El abrigo que siempre la cobijó, se cansó de ser paraguas.
Agua y más agua, le caía encima, regando el pelo que languidecía en sus mejillas.
Todo ese líquido, resbalaba por su cara, los ojos indefensos, temblorosos como ¨pucheros ¨ de un niño, antes de brotar el llanto.
La nariz rojo escarlata, un gorgoteo discontinuo asomaba, semejante al cuco de un reloj, y una mueca interrogante torcía su sonrisa inacabada.
Se empapó enterita.
Regresó a casa con su desamparo, el frío nadando en los huesos.
Las manos violáceas, llenas de nada.
Las penas, con resignación, se metieron sigilosamente bajo la piel.
Escondió ¨ Ese Día ¨ debajo de la cama, amortajado dentro de unos zapatos mojados, que nunca volvería a ponerse.
Por ultimo, cogió una hoja de papel secante, y dejó una nota escrita…
- Comprar un paraguas
- Arreglar el calentador
Poco después de acostarse y apagar la luz, se levantó, volvió a la nota, y añadió una ultima cosa:
- Comprarle un abrigo nuevo
Autora: ScrinS
http://scrins.blogspot.com
Hace 4 años
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