domingo, 6 de septiembre de 2009

VIVIR ES LO MAS PELIGROSO QUE TIENE LA VIDA

Caminabamos por la calle. Una calle en una gran ciudad. Shanghai. Una ciudad en un pais completamente distinto al mio. Con un estilo de vida, una religion, unas costumbres, una comida, y unos rostros diferentes a los que yo estaba acostumbrada a ver. A cada paso que daba veia mas mendigos, mas pobreza, mas enfermedades y mas injusticia.
La injusticia...que injusticia? pensareis. La injusticia que sufre un ninno que va caminando de camino a su casa, en tiempos de guerra,cuando cae sobre una mina que le arranca su pierna derecha. La injusticia que sufre un hombre al que secuestran por pertenecer a un grupo etnico determinado y al que jamas vuelve a ver su familia. Esa injusticia. O, tal vez, simplemente, la injusticia de sufrir una enfermedad que se quede con tu estomago o con un pulmon, o, por que no? con tu corazon.
Hace poco lei una frase, una frase que se me ha quedado grabada y que decia: en los viajes, ves muchas cosas que no recuerdas, pero tambien recuerdas muchas cosas que no ves...y ahora lo entiendo.
Recuerdo pasear por esa calle y estremecerme al ver a alguien sin un ojo, con una rodilla esqueletica y ensangrentada, y con muchas otras desgracias que agradezco no haber pasado.
Y a pesar de las miles de personas en malas situaciones
que pude ver esa misma tarde, solo una se me quedo grabada. Esa una era un hombre, un hombre tirado en el suelo, cabeza abajo, con las piernas y brazos abiertos en una posicion extravagante, con la cabeza levantada tratando de mirar a la cara a los ciudadanos o turistas como yo que pasaban a su lado, y con una lata de comida con unas pocas monedas dentro. Muchos os preguntareis por que estaba en esa posicion. Pues os contare, tenia las piernas tan delgadas, tan deformes, que no podia andar, no podia sostenerse ni cambiarse de posicion, o al menos eso pense, al principio. Me dio pena, muchisima pena. No podia apartar la vista de el. Y entonces, como si hubiese estado eperando ese momento, con todo el descaro y el egoismo propio de ella, empezo a llover. No. Llover no es un termino apropiado para lo que hacia en esos momentos, era diluviar. El hombre seguia en el suelo.
Varios pensamientos se agolparon en mi mente a la vez. No sabia si debia acercarme y ayudarle, sacar el paraguas y colocarselo encima, usarlo solo yo y darme la vuelta...
A pesar de todo ello, segui de pie, quieta. Sin paraguas, mojandome cada vez mas. Y de pronto algo asombroso. El, colocando sus delicadas piernas por detras de su cabeza, justo encima de su cuello. Y andando con las manos hasta colocarse debajo de una tienda, al resguardo. No pude mas. Me entraron ganas de reir y de llorar al mismo tiempo. Pero las lagrimas ganaron. Sonrei un poco, ante aquella pequenna muestra de la fuerza y el sufrimiento humano, mientras las lagrimas caian por mi rostro, no a borbotones, sino silenciosas. Seguia lloviendo. Mis lagrimas se mezclaban con las gotas de lluvia y ahi fue donde me acorde de esa cancion, una cancion que habia estado escuchando pocos minutos antes de bajar de la fuergoneta para dar este paseo, una cancion de James Blunt. Como se llamaba? ah, si... TEARS AND RAIN.

Autora: Eugenia Castilla

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