domingo, 22 de noviembre de 2009

Daría mi vida... por tí

Nunca pensé que nada podía ir bien en mi vida, no busqué apoyo en los demás, no quería suplicar ni tener su compasión. Era amiga de la soledad. Y aprendí, con la vida se aprende a superar el dolor de todo lo que nos causa daño, porque nada dura eternamente, y el dolor se extingue. Y a mi me pasó cuando un día fui al hospital. Aquel septiembre del año pasado. Allí encontré algo que no me podía imaginar. Pasé nueve meses alado de mi hermana, ayudándola, mimándola y sobretodo deseando poder imaginar lo que iba a pasar. ¿Qué podía salir de ahí?. Y esa mañana de verano, una llamada nos alertó a todos, todo eran nervios y preocupaciones.
Traspasé la puerta de la habitación, y vi a mi hermana tirada encima de la cama, tenía en brazos lo que luego sería mi vida. Mi ahijada… aquel bebe precioso que sostenía sobre sus brazos. Me lo puso en brazos, y aunque había cogido otros bebes en cuello, sentí que esa cosa que solo tenía unas escasas horas era lo que más quería. Tan inofensiva, tan vulnerable, tan increíble. Parecía casi irreal. Pero pronto se me acabo esa ilusión… nos teníamos que ir.
Un día llegué de clase, harta, mi vida no iba para nada bien. Encima llego a casa y la mala suerte parecía rondarme… mi novio me dejó. Y mi hermana entró con mi sobrina en brazos. Me la dejó y me tumbé encima de la cama con ella en brazos y llorando.
-No crezcas nunca… de verdad jamás crezcas… la vida es más difícil de lo que se cree y ahora ríes, cuando eres pequeña todo va bien, no crezcas. Pero como es irremediable, yo siempre te cuidaré… eres mi vida pequeña… te quiero- le dije con la lágrimas deslizándose por mis mejillas, y le besé la cabeza.
Vi como en sueños ella sonreía, y me hizo sentir bien. Decidí que tenía que cumplir mi promesa, y para cuidar de ella no podía hundirme. Y la verdad que todo me salió bastante bien. Volví con mi novio y todo mejoró considerablemente.
Al cabo de casi un año, se acercaba el primer cumpleaños de mi sobrina, las cosas volvieron a empeorar, y aquel bebe que no se movía encima de mi pecho, ahora correteaba por toda la casa. Y aunque la reñía por tirar mis cosas al suelo, la seguía queriendo.
Pero un día todo se tornó turbio. No sé como y ni porque, me separaron de ella. Alguien la había secuestrado. Era un desconsuelo común a toda mi familia. Yo estaba destrozada, no sabía donde caerme muerta. Pensábamos que la habían herido, o quizás algo peor. No había noticias. Una noche no podía conciliar el sueño y me asomé a la ventana, con las lágrimas sobre mi piel. Y recordé la promesa que le hice hace un año a mi sobrina. ¡Tenía que cuidarla!. De repente, una sombra con un bebe pasó por debajo de mi ventana… no podía ser. Bajé en pijama corriendo por las escaleras. Y la encontré, era mi sobrina… pero alguien la agarraba y la tenía amordazada. Salí corriendo, y por las espaldas cogí a mi sobrina y la dejé en el suelo. Él se dio la vuelta y, no se donde saqué la fuerza… pero tenía tanta ira acumulada, y le pillé tan de improviso que le dejé inconsciente en el suelo. Cogí a mi sobrina en brazos y la abracé mientras llorábamos desconsoladas.

Autor: Escribir con pasión

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