martes, 23 de febrero de 2010

I JUEGO: 7 PALABRAS, RELATO 35

Autor: Entre las olas del mar.

Había llegado el momento de mi gloria, después de tantos años de menosprecio por parte de mi familia y de las burlas, incluso ya a mi edad, por parte de mis compañeros.

Ya a mis 30, seguía soltera, con un trabajo inestable dando masajes y viviendo con mi madre, pero claro, todo eso se iba a acabar, la vida me había dado una oportunidad y no pensaba desaprovecharla. Os explico, hace bastante tiempo corte con mi novio desde el instituto y desde entonces mi vida se convirtió en lo que hoy es: un estúpido circulo vicioso de falta de energía y monotonía donde la hubiese. Una amiga me dijo que buscara pareja en una web de internet y hace dos días recibí un aviso: ¡Alguien quería quedar conmigo! ¡Con la desaliñada Marina Redondo! No dude en aceptar.
Mire el reloj de mi muñeca, eran las 21:00 y faltaba media hora para que llegara. Puse el champán en el hielo y encendí las velas. Me tumbe en el sofá y mire al techo intentando imaginarme como sería esa persona, quizá rubio, o puede que moreno, con los ojos verdes, puede que sea un hombre de dineros o quizá un agradable padre soltero, ¡con lo que me gustan los niños!
Y así de repente llamaron a la puerta, el corazón me latía a mil por hora, gire el pomo de la puerta, y mis expectativas se vieron cumplidas, un hombre de mediana estatura, cabellos negros y ojos azules estaba parado en mi porche con un ramo de tulipanes en la mano izquierda.
-Hola, soy Faux.xilene de la pagina web- me dijo con una voz sensual y cálida- ¿Tu eres Maridondo? Yo me llamo Fidel Mengual.
-Si – dije embobada- Marina Redondo
-Bueno ¿Te parece que salgamos?-me dijo- he reservado mesa en el Royal.
-Yo…- dije pensando en que ya había preparado la cena- si vamos.
Cogí mi abrigo, apagué las velas y Salí con aquel misterioso hombre.
Andamos por las oscuras calles de Madrid por la noche mientras el aire de la calle me mecía el pelo. Sin previo aviso, Fidel giro en dirección a un callejón:
-Ven – me dijo con su voz grave- es un atajo.
No sabía muy bien si decía la verdad, puesto que yo nunca había ido al Royal, pero decidí confiar. Fatal error. Lo que siguieron fueron navajazos y mis gritos ahogados por el bullicio de la calle. Pude ver, en mis últimos alientos, la figura de Fidel, aproximándose a mí. Me cogió la cartera y tras ver su nulo contenido, me maldijo por ser una maldita zorra en crisis y sin dinero. Me empapó de gasolina y me prendió fuego.
Mientras la sensación de dolor y de muerte invadía mi cuerpo pensé en lo estúpida que había sido por creer que los cuentos de hadas, sea quien sea la princesa, se hacen realidad.

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