domingo, 21 de febrero de 2010

I JUEGO: 7 PALABRAS, RELATO 8

"Aquí estoy con los ojos inundados de lágrimas y esta copa de champán medio vacía en mis manos… hace unas horas habría asegurado que mi noche sería muy diferente a lo que ha terminado siendo.

Esta tarde cuando salía de mi centro de estética de dar masajes anticelulíticos a mis incondicionales clientas he recibido una llamada de Mario. Al ver su nombre en la pantalla de mi móvil me ha embargado una extraña sensación, una mezcla casi perfecta de miedo e ilusión.

Ahora con el paso del tiempo solo recuerdo lo bueno de Mario, atrás quedó el sufrimiento, ya casi ni me acuerdo de aquella terrible tarde. No sé si es una virtud o una desgracia pero tengo la maravillosa capacidad de quedarme solo con las cosas que me han producido placer y felicidad y borrar de mi vida todo aquello que me ha hecho sentir mal en algún momento. Así que al ver su llamada lejos de sentir odio o rencor me emocioné.

Mario quería verme, quería que hablásemos. Me dijo que había pensado mucho en estos últimos meses, que se sentía muy culpable por su menosprecio hacia mí, por su comportamiento, por el terrible acto de aquella tarde. Sus palabras eran sinceras, francamente se mostraba arrepentido, quería mi perdón.

Me citó aquí en este precioso lugar, a las nueve y cuarto. Llegué puntual a mi cita. El maître me trajo a esta mesa reservada a su nombre, ubicada en el mejor lugar de todo el restaurante, desde aquí ningún cliente puede vernos, justo detrás de la enorme columna y frente a la coqueta chimenea que adorna la sala. La mesa estaba perfectamente decorada, una preciosa orquídea blanca la coronaba custodiada por dos grandes velas que desprendían un suave olor a canela y una botella de champán descansaba entre hielos en una elegante cubitera, todo era perfecto.

En cambio poco a poco la noche ha ido perdiendo encanto, y con ella mi energía positiva se ha ido tiñendo de gris. Esa alegría contenida que he tenido durante estas últimas horas, desde que escuché la voz de Mario, se está diluyendo poco a poco. Han pasado más de tres horas y Mario no ha aparecido, ni una llamada, ni un mensaje... Le he llamado insistentemente, al principio cada quince minutos, por último cada cinco, sin embargo no he tenido respuesta.

Siento tanta vergüenza, que no quiero levantar la vista del fuego que arde frente a mí. Me siento ridícula, tonta, engañada y… bastante borracha."

Autor: Paqui Segundo.

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