sábado, 7 de febrero de 2009

LA LEY DE MURPHY

Por fin, ya habían llegado al recinto donde se celebraría un macroconcierto que duraría los próximos 3 días. El viaje se había hecho pesado, pero por estar en aquel sitio, valía la pena incluso recorrer el doble de lo que habían recorrido. Les esperaban varios días de juerga ininterrumpida.
Ya habían descargado la mayoría de las cosas de la furgoneta y montado la tiendas de campaña. Podían relajarse y descansar hasta que empezara el primero de los los conciertos.
Ella tenía pensado ir con el resto de sus amigos a dar una vuelta por el lugar, comprar comida y algunos hielos para el botellón (habían traído suficiente bebida como para estar pedo los tres días seguidos). De pronto, se sintió observada. Miró a su alrededor y allí estaba. Era un chico realmente guapo, notaba el deseo en su mirada. Empezó a acercarse a ella y ella sintió el mismo impulso. Jamás se había sentido así, nunca. Sus amigos se fueron dejándola a solas con él. Cuando la habló, su voz la hipnotizó por completo, le dijo que la deseaba y ella le condujo hacia la parte trasera de la furgoneta. Allí en la intimidad se lo montaron con tanta pasión que quedó agotada. Cerró los ojos y durmió.
Despertó sintiendo unas molestias por todo su cuerpo, y además tenía mucho frío. Comprobó que estaba sola. Había sido simplemente un polvo, nada mas, “¿se había vuelto loca?, ¿hacerlo con un desconocido?, ¿en que estaba pensando?. Le dolía la cabeza. ¿Había cogido frío? Genial, el mejor finde de su vida y ella iba a pillar la gripe, tenía que ser la ley de murphy, ¡que mala suerte!”.
Aquella noche no iría al concierto, se quedaría descansando a ver si con un poco de suerte al día siguiente se encontraba mejor.
Sus amigos se fueron después de convencerles de que no se preocuparan, que sólo estaba cansada. Se metió en el saco de dormir, estaba helada y tiritaba. Empezó a inquietarse, había algo mas que no terminaba de ir bien. Tenía la impresión de que su cuerpo estaba cambiando, no podía moverlo normalmente, era como si sus huesos se estuvieran reblandeciendo, como si su cuerpo se estuviera convirtiendo en “blandiblú”.
Sacó como pudo el brazo y se tocó la cabeza. Notó horrorizada como el cráneo cedía y se abombaba hacia dentro, el duro hueso ahora era flexible como una pompa de chicle. A su vez su cuerpo exudaba una sustancia gelatinosa, mientras, notaba como estaba perdiendo su forma humana, iba tomando la forma redondeada de un globo, pero no se estaba hinchando sino todo lo contrario, cada vez sentía que su cuerpo se iba reduciendo.
Intentó moverse para salir de la tienda de campaña y pedir ayuda pero le fue imposible, notaba como la piel se había gelatinizado convirtiendo su cuerpo en una especie de capullo viscoso. Tampoco pudo gritar aunque lo intentó, tenía las cuerdas vocales llenas de la misma mucosidad que rodeaba al cuerpo. ¡¡Se estaba convirtiendo en un monstruo viscoso!!, aunque a esas alturas no pensaba de un modo claro. Notó como algo pringoso empezaba a salir por su nariz ¡EL CEREBRO SE LE ESTABA LICUANDO! ¡TODA ELLA SE ESTABA LICUANDO!. Esto fue lo último que pensó antes de perder la consciencia. Un líquido blanquecino salió a través de aquella masa deforme y gelatinosa en que se había convertido el cuerpo de la chica. Esta baba blanca se deslizo hacia fuera y se hundió en la tierra. Volvió a salir a la superficie a unos metros de la tienda de campaña, donde escondido tras unos arbustos comenzó a tomar forma humana. Se vistió con la ropa que había escondido en aquel sitio y salió de allí, mezclándose con la gente que bailaba al ritmo de la música, se sentía cómodo entre ellos. De repente la vio, ella sintió su mirada, se giró, le miro y le sonrió. Tenía suerte, volvería a comer de nuevo......

Autora: R7337

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