miércoles, 29 de julio de 2009

Ni la muerte podrá borrarlo

La marca que dejó tu vaso de leche en la mesa. Eso es todo lo que queda de ti en la casa. Algo demasiado insignificante para todo lo que has significado tú en mi vida. Una simple marca en el mueble que tanto tardamos en elegir para nuestro salón. Recuerdo la noche en que la descubrí, bajo un tapete de puntilla, en aquel vago intento que hiciste de taparla para que no me pusiera como una histérica. Y lo hice, vaya si lo hice. Grité, metida en mi papel de limpiadora compulsiva, y te reproché que no hubieras puesto un posavasos. Creo que nunca me he recordado más a mi madre. Te hablé como ella lo hacía cuando yo era niña y me empeñaba en merendar en la sala, viendo los dibujos animados. Y ahora, ese cerco insignificante me hace llorar cada noche. Soy incapaz de hacer nada por taparlo, como si fuera una parte de ti. Mi mente se aferra a los recuerdos, a tus pequeños defectos, a esas cosas que hacías, y que me ponían de los nervios. Y ahora se me antojan tiernas, y hasta entrañables. Y aquí estoy, como una niña obsesionada, con el portátil en mi regazo, y los ojos fijos en el cerco de la madera. Recuerdo tu empeño en limpiarla, cómo intentaste destensar el ambiente lanzándome cojines a la cara, y cómo yo fingía estar enfadada contigo, de brazos cruzados, aunque era incapaz de reprimir la sonrisa. El calor del vaso caló en la madera, y no pudimos quitar la mancha. Así que ahí se quedó, como uno más de la casa, medio escondida bajo un cenicero que, en realidad, no pintaba nada ahí, ya que ninguno de los dos fumábamos. Y aquí paso horas y horas, con las piernas cruzadas, y una taza de chocolate en la mano. Todas las noches vengo a escribir un rato a esta zona de la casa, que el resto del día intento evitar. Supongo que es una especie de rito de superación, un paso adelante en la fase de negación…Un intento de aceptar que ya no estás conmigo. Mis amigas dicen que estoy obsesionada, que tengo que seguir adelante…Pero a veces me asusta pensar que, si dejo de dedicarte este momento del día, los recuerdos se difuminen…No soportaría ver llegar el día en que tu imagen ya no apareciera clara en mi cabeza, y tu sonrisa no iluminara mis noches en vela. Cuando pierdes algo que no puedes reemplazar, o quieres a alguien que se marcha…Es como si lo demás no importara. Intento no emocionarme…Intento con toda mi alma no llorar, porque se que allá donde estés sigues queriendo lo mejor para mi…Sigues piropeándome como el primer día para sacarme una sonrisa incluso cuando peor estoy. Pero ahora, que estoy destrozada…No puedes hacerlo. Porque si estoy rota por dentro es porque ya no estás tu…Es como si esa temporada que pasaste en el hospital no existiera en mi cabeza…Como si quisiera borrar todos los malos momentos…La verdad es que odio recordarte postrado en esa cama, pero no puedo olvidar la expresión de dulzura de tus ojos aquel día. Siempre he oído que cuando alguien va a morir, lo presiente. Y se que tu lo sabías. Pese a eso, tuviste la entereza de dedicar tus últimos momentos a tranquilizarme a mi. Ahora mismo, aún habiendo pasado ya 8 meses, sigo sin visualizar mi futuro sin ti. A veces imagino que no ha pasado nada, que en realidad estás de viaje de negocios, y un día oiré las llaves en la puerta y correré por el pasillo para que me cojas en brazos. Que seguiremos viviendo juntos, y un día me pedirás en matrimonio, como decías que algún día harías. Y con el paso de los años, nuestros hijos(Kevin, Javier y Lucía, como siempre habíamos dicho que se llamarían) correrían por el pasillo junto a mi para recibirte en casa. Pero el hecho es que jamás será así. Aunque tus últimas palabras no dejan de resonar en mi cabeza. Tu única intención era que siguiera persiguiendo mis sueños, y que fuera feliz. Y, ¿sabes qué?...Voy a hacerlo. Voy a empezar por lo que más me cuesta.(Suspiro).Acabo de apoyar mi taza de chocolate en la mesa. ¿Y sabes que? La he apoyado sobre la marca de la tuya. Y por primera vez no temo que la borre, que la acentúe, o que se fundan en una…Me has dado tantas cosas que ya no temo olvidarte. Te quise, te quiero…Y se que siempre te querré.
Como decía aquel poema: “se que ni la muerte podrá borrarlo”.

Autora: Josune Bargueiras Sanchez

No hay comentarios:

Publicar un comentario